Todos los días pelo un tomate.
Lo parto por la mitad, a tu manera
y luego en trocitos desiguales porque ''-así sabe mejor''.
muy despacio, contando cada trozo.
Le pongo sal y luego aceite.
y cuando ya he acabado
me como uno bien grande
cierro los ojos y, saboreándolo,
recuerdo las veces que me dijiste
que no entendías cómo podía no gustarme el tomate.